¡Qué diantres!, torpe
diatriba contra El Diantre


Acusar a alguien que se destaca hoy y que surgió de la nada es acusar y esconder esa misma incapacidad de sobreponerse frente a la misma miseria cultural que avergüenza a Chile
Javier Morales, Toronto, Canadá
(04/07)

RECIENTEMENTE SE PUBLICÓ en La Estrella de Valparaíso una información titulada: "Artesano traficaba dientes de tiburón prehistórico: quería venderlos a los turistas en el paseo 21 de Mayo". La nota fue escrita por el periodista Fabián San Martín.

Se trata de una infame diatriba porque cualquier lector avisado puede detectar que bajo la literalidad de lo que aparenta ser una noticia más del día, se advierte la mala fe y la insidia para incriminar a nuestro estimado poeta El Diantre. Más que poeta, El Diantre es un personaje típico del puerto, a quien todos conocemos. Por lo mismo, porque lo conocemos y sabemos quién es El Diantre, queda claro que lo que se ha escrito acerca de él es pura infamia de alguien que detesta su trabajo social y encontró oportuna ocasión de tirarle unas dentelladas.

El periodista dice que "seguían la pista a un sujeto que se identifica como artesano, comerciante y poeta popular". Primero que nada, dejemos en claro que el "sujeto" al que el periodista se refiere es El Diantre, al que todos conocen por su quehacer de poeta popular; también es comerciante y artesano de toda una vida; pero ¡por favor!, ¿traficante de dientes pica'os?

Luego el periodista dice: "Se supo que el hombre también las ofrecía por Internet a sabiendas que su comercialización estaba prohibida". Sépase don Martín que la paleontología para colectores y vendedores de piezas es un negocio abierto. No es negocio ilegal su venta ni mucho menos es "prohibida", puesto que cualquier colector/comprador puede adquirir públicamente a cualquier precio numerosos fósiles en las legales websites del internet que ofrece el Google. Es más, aquí mismo dejo la página de E-bay para que el lector curioso vaya, vea y sepa que la diatriba del periodista es un cahuín difamatorio que trasgrede la ética periodística. He aquí la página: //search.ebay.com/megalodon_W0QQfnuZ1QQxpufuZ1

Luego, obsérvese la siguiente joyita: "La Ley de Monumentos Nacionales protege las piezas paleontológicas y sitios arqueológicos y establece sanciones y multas para los que infrinjan la Ley" ¿De qué sitio arqueológico habla el periodista? Los dientes del megalodón no son Monumentos Nacionales de Chile, puesto que los dientes no fueron encontrados dentro del territorio nacional y su comercio no merece los epítetos de tráfico o mafia. No se puede llamar impunemente criminal a todo colector o comprador que comercia libremente fósiles por medio del internet o compra directa. Finalmente, el afamado periodista alude a "una millonaria incautación de dientes prehistóricos, colección de incalculable valor patrimonial para el país. Son seis pares de dientes de gran tamaño y otros 21 pares menores”. Tamaña riqueza la del poeta Diantre, el país ha perdido una riqueza enorme "incalculable" por su valor histórico.

UNA NOTA GROTESCA
¿No será que el periodista se pasa horas enteras sentado frente al monitor inventado telarañas a costa de la insidia humana? En realidad, la nota del periodista es para la risa, puras leseras, papel al aire. Digamos, primero que nada, que El Diantre es poeta, y como poeta popular es hombre honrado el cual conozco desde muy joven cuando recién comenzaba a ganarse la vida con la humilde labor de vendedor de miel y paltas de Curacaví. Que yo sepa, nunca robo o traficó nada. Todo lo contrario, en aquellos años lo vi ganarse la vida humildemente, capeando cerros y cerros y golpeando puertas tras puerta para obtener alguna venta del producto que vendía.

Además, quiero dejar en claro que en el curso de los años y desde el extranjero he visto el desarrollo artístico y crecimiento literario autodidacta del poeta Diantre. En ese ambiente porteño donde vivir de la misericordia de la calle es una verdadera proeza, lo vi crecer entre artesanía confeccionada con sus propias manos, peñas y presentaciones artísticas universitarias. El Diantre vive de lo poco que gana escribiendo sus décimas y también como artesano, sin deberle un peso a nadie; simplemente vive de la honradez y de lo que le permite su inteligencia. Esa misma honradez genuina es lo que lo caracteriza como ser humano que merece el respeto que le ha permitido ganarse el verdadero aprecio y afección sincera de tanto poeta conocido, académicos y artistas de la Quinta Región, incluidas importantes figuras que residen en el extranjero.

El Diantre no tan sólo es personaje típico del panorama porteño, sino que también lo es en el extranjero en la esfera académica y centros sociales de chilenos agrupados exiliados. En los centros educacionales donde actualmente se imparte en los cursos de literatura hispana, sociología y antologías cursos sobre poetas chilenos, al lado de los mejores del continente aparece su trabajo social. En esas antologías recopiladas por profesionales serios de la academia norteamericana y europea se lee y estudia con sumo interés y seriedad de rigor académico la auto-publicación de El Diantre. Por eso mismo, cuando apareció la noticia de mala fe sobre su persona, dio mucha pena por estos lados, primero porque otro chileno trabajador de un periodiquillo mediano, quizá frustrado de escribir tanta barbarie humana, le tiró una mordida al poeta a ver si con eso agarraba algo.

Aquí se supo inmediatamente que esa noticia fue tirada con la intención de dañar a un hombre que no le hace mal nadie y que sólohace reír y pone el dedo en la conciencia social de los demás. De manera que la porquería que el periodista escribió contra el poeta y por el valor semántico que el mensaje conlleva, es algo derivativo y sintomático contra todo ese populismo que el canon-fascista y desclasado social de tanto chileno detractado de su propio origen humilde abusa. Acusar a alguien que se destaca hoy y que surgió desde la nada como es El Diantre es acusar y esconder esa misma incapacidad de sobreponerse frente a la misma miseria que avergüenza.

La maliciosa naturaleza de insidia que conlleva esa noticia es una tremenda muestra negativa que todavía existe y palpita en los corazones del desclasado y en el del momiaje chileno contra la estética del arte popular. Digamos que existe porque esa estética es el único medio que hace resaltar la explotación, la injusticia y el abuso que se comete contra la marginalidad social oculta y ebria de las poblaciones callampas, en la vida del desamparado obrero, campesino y causas sociales del abundante lumpenismo y prostitución que se ve en cada esquina del puerto y de Santiago. Esa existencia carente de oportunidades y mejoras sociales es la misma que quedó patente en la violencia del marginado que vació el odio destrozando todo a su paso en las calles de Santiago y que el mundo entero vio en las noticias internacionales.

En realidad, para el momiaje y el desclasado esa parte social de la gran rotada chilena debe quedar en el silencio y anonimato. Si es posible debe ahogarse en el vino, la marihuana, la oscuridad del silencio de la noche, porque a final de cuenta son seres hechos de cuerpos amorfos tirados a granel, carecen de alma, son nacidos y traídos a la existencia del cuerpo social desde esa misma desgracia viciosa que el alcohol permitió en primer lugar a sus progenitores concebirlos. Para el momiaje y neoliberalismo chileno, esos seres desocupados, esas manos ociosas tiradas a la vera del camino constituyen el sector informal chileno que vende dulces en las micros, canta y tira la mano frente al asombro del turista extranjero, es ese mismo que vende comida en la calle, ropa usada, pide limosna o vende lo que pilla a cambio de alguna moneda que le dé qué comer; es el mismo hombre al que la crónica del periodista sardoniza, satiriza en cruda morbosidad de burla excluyente para deleite de la enfermedad humana que lo leen.

Ese ser humano es la misma clase popular del siglo XIX que no participa en los eventos direccionales del país porque no tiene el poder para hacerlo, en realidad no se le permite hacerlo. El escritor nacional decimonónico Alberto Blest Gana, en su literatura fundacional del siglo XIX nos diría que la masa, los rotos, están más bien "apiñados en la Alameda... sin los cuales nuestras masas casi nunca se deciden por la iniciativa propia, sino por esperar la voz de los caballeros" (1862, Martín Rivas). ¡Y por Dios! Mucho menos como literatos porque como no son seres pensantes, sino sólo cuerpos menguados en la ignorancia, no tienen vida propia y requieren de constante vigilancia desde la superioridad civil del sector formal, pareciera decirnos según lo confirma la noticia de nuestro afamado periodista.

Muchos que se preguntarán: ¿cómo diantres puede este tipo tener tanto reconocimiento social y afectuosidad de seres pensantes del ambiente artístico/literario y yo que soy titulado, ni siquiera los perros sarnosos de Valparaíso me ladran? Sepamos que El Diantre pertenece a la vieja generación y empalma bien con la nueva que visita sus presentaciones cuando la oportunidad se da de verlo actuar en el escenario. También en su trabajo poético existe una especularidad social que es lo que más nos debe importar a todo, sobre todo lo menospreciado, silenciado y vilipendiado, esa cosa a la que no se le permite entrar al statu quo; pero cientos de personas como El Diantre se ocupan a diario de mantener viva la sensibilidad de una estética popular.

Aquí creemos que el ataque al poeta fue premeditado, un acto deliberado, producto del celo, la envidia personal y todo parece indicar esa dirección, ya que la página roja del periodista se especializa en el morbo y la degradación de la tragedia humana. Eso parece ser el artefacto preferido del autor de la página, el dolor, la vergüenza, la culpa y el drama humano claramente abusando el estereotipo social del vasallaje y lumpenismo chileno. El periodista, si se ha equivocado de carrete, por lo menos debería disculparse y dejar en claro que cometió un error de estrategia al arremeter torpemente contra El Diantre.

http://granvalparaiso.cl